La odontología avanza todos los días, sin embargo, millones de pacientes sufren pérdida de dientes, principalmente debido a caries, enfermedades periodontales o lesiones. La falta de dientes puede provocar la pérdida de hueso, la desviación de los dientes, la desalineación, la incapacidad para masticar, pronunciar palabras, etc. Durante muchos años, las únicas opciones de tratamiento disponibles para las personas con dientes perdidos fueron los puentes y las dentaduras postizas. Pero hoy, los implantes dentales están disponibles.

Los implantes son raíces dentales artificiales hechas de titanio biocompatible y que se utilizan como tornillos o cilindros, que se insertan quirúrgicamente en el hueso maxilofacial y se adhieren a él mediante un proceso de osteointegración que dura de dos a tres meses. Los implantes dentales actúan de la misma manera que las raíces naturales, convirtiéndose en una base estable para los dientes artificiales de reemplazo. Una vez lograda la unión, se coloca el pilar, y luego el diente artificial.

Tradicionalmente, se usaban puentes fijos, aparatos ortopédicos o dentaduras postizas como una solución para reemplazar los dientes faltantes. Hoy en día, los dentistas ofrecen implantes dentales como una solución permanente para reemplazar los dientes faltantes porque no necesitan adhesivos y no requieren anclaje a dientes sanos. Un implante dental puede soportar los dientes vecinos sin depender de ellos ni ejercer presión sobre ellos.

Está indicado para todas aquellas personas que hayan sufrido pérdida de dientes o molares y que quieran reponerlos manteniendo las ventajas de un diente natural. Su éxito radica en la similitud que tienen con los dientes originales, en su larga durabilidad y en que frecuencia, mejoran estéticamente el aspecto de los dientes existentes.